Construir un templo de certidumbre
“He conseguido alcanzar el orden de las cosas, permanecer en
mi creencia de saber priorizar en la vida, saciarme de la plenitud creyendo en
los domables momentos de gloria, poseer la seguridad de conquistar un castillo
erguido y fuerte, más he podido evadirme
de todo orden para experimentar incluso el caos más precipitado y he crecido
con la seguridad supuesta de tener todo bajo control cada minuto.
Pero me distraje amigo, como tú, y me sumergí en la vorágine más primitiva con
la equivocada conciencia de que el aliento del otro a falta del mío propio
servía, dejar en manos ajenas el propio futuro es como invertir la vida en el
momento que uno nace, me manché las
manos, me embarré la vida.
Acabo de recoger el último bloque de mi torre esparcida por
el suelo, mi suerte disgregada en el
asiento de este pueblo desesperanzado y proclive se ha sumergido en un limbo de
miradas donde se pierden levitando ausentes.
Pero guardo algo que brota en las noches de cada segundo en
el dormitorio de la luna hasta el sol creciente, la rabia contenida, la mancha
en el lugar impenetrable de la ira.
Que la revolución desborde convertida en el sustento que
siempre transfigura el pensamiento en abono, que siembre la cosecha que liberé
en esta tierra la semilla al viento, que permuté de nuevo en una creencia de
bienestar correspondido, no dado, en una fe como forma de vida, no como último
recurso.
Arando la historia con la conciencia activa y la libertad
perdida el más revolucionario de mis sentidos nace.
Nadie nos pide que podamos erigir ni tan siquiera una torre
de piedra, pero al menos construye los planos para levantar en tu interior un
templo de certidumbre.”
Lionné Evoloné©